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Individualidad y objeción de consciencia

Por Alejandra Diener

www.alediener.com


Esta mañana comienzo hablando de la objeción de conciencia y la confusión que hay con la diversidad. Me basaré en August Landmesser y su icónica escena en la que se niega a hacer el saludo Nazi.


Miembro del partido nazi quien fuera expulsado por haberse casado con una mujer judía.


Podemos discutir si hizo bien o mal, si fue un héroe o no, sin embargo la foto 👇🏻 es un símbolo de individualidad y objeción de consciencia.


No obstante, también podemos pensar que si más personas hubieran sido más individuo y menos masa, las tropelías de los nazis no hubieran sucedido.


Trasladándonos a esta época situada en la pandemia que sigue dando mata para hablar, podemos recordar a valientes que se negaron a vacunarse con un medicamento que aún hoy sigue siendo experimental y que no ha evitado que nos enfermemos ni que contagiemos.


Por el contrario ha dividido al planeta y ha creado una discriminación irrisoria hacia los que no se quieren vacunar contra el COVID.


El individuo se plantea a sí mismo como el último baluarte ante el histerismo de un grupo homogéneo.


Somos un planeta occidentalizado democrático(porque no podemos incluir los países totalitarios ni orientales aunque pareciera que estoy hablando de éstos) y aunque supuestamente somos diversos ya dimos cuenta que el miedo, sobre todo a morir, nos lleva a volver a ser una masa homogénea sin criterio.


El gesto de Landmesser no fue un gesto impactante en su momento, pero quizás, si en lugar de haberse quedado en su individualidad y ser diverso, mejor se hubiera unido en una acción colectiva con más personas que pensaban como él, estoy segura hubiera tenido más difícil el control total de la sociedad alemana el partido de Hitler.


Djoikovic, Luc Montagnier, miembros del Parlamento Europeo que se enfrentaron a Emmanuel Macron por violar los derechos humanos y las garantías individuales, que se lograron al caer el nazismo y se establecieron en el Código de Nürenberg, los camioneros en Canadá, las protestas francesas, las alemanas, las inglesas y americanas por decir algunos, son personas y movimientos que han decidido salirse de la obligatoriedad no ética de vacunarse. Ejercer su derecho a la objeción de consciencia.


A pesar de ello han sido criticados duramente y menospreciados. Sujetos a burlas y censurados.


Hoy son ese August Landmesser que usan de bandera tanto antifascistas como neoliberales. Los primeros por razones obvias los segundos para afirmar el valor de la iniciativa individual o mejor dicho del “individualismo” a la que consideran garantía de libertad.


Ciertamente los segundos que dentro de sus “libertades” que tanto han defendido en esta era posmoderna y logrado plasmar sus aspiraciones en falsas realidades, hoy ante la eterna pandemia que ha llamado a las naciones a estar en un estado de emergencia de dos años, que más que emergencia ya es un estado de sitio, han caído en la trampa y se han convertido de nuevo en esas masas que hacían caso a un saludo dictatorial provocado por el terror.


Hay gente que está dispuesta a hacer cosas extraordinarias para ser ellos mismos, mientras que otros ni siquiera pueden ser ellos mismos porque supone una restricción excesiva a sus actividades.


La trampa en la que hemos caído nos ha cegado, debemos mirar de nuevo a la acción colectiva para poder contrarrestar el control del Estado y volver a que se respete el mandato de los ciudadanos.


Que tengan buen domingo.

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