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San Nicolás: el obispo al que Santa Claus intentó sustituir

La historia de la Navidad no comenzó con renos, trineos ni fábricas de juguetes en el Polo Norte. Mucho antes de que la publicidad convirtiera a “Santa Claus” en un personaje omnipresente, existió un hombre real, un obispo cristiano cuya vida transformó a miles de personas: San Nicolás de Mira, también conocido como San Nicolás de Bari.


Su figura fue tan luminosa, tan profundamente asociada al acto cristiano de dar sin esperar nada a cambio, que durante siglos inspiró la verdadera tradición del regalo navideño. Sin embargo, con el paso del tiempo, su identidad fue diluyéndose hasta ser reemplazada —o, más bien, suplantada— por un personaje secular y comercial que poco tiene que ver con sus raíces: Santa Claus.


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¿Quién fue San Nicolás?


San Nicolás nació en el siglo III en Patara (actual Turquía) y fue obispo de Mira. Su fama se extendió rápidamente porque vivió el Evangelio con una radicalidad extraordinaria:


  • Ayudaba a los pobres en secreto, dejando bolsas de oro en las casas durante la noche.

  • Rescató a tres jóvenes de caer en la esclavitud aportando dotes anónimas para su matrimonio.

  • Salvó la vida de marineros invocando la protección divina durante una tormenta.

  • Defendió la fe en el Concilio de Nicea (325 d.C.) con valentía frente a la herejía arriana.



En su tiempo y después de su muerte, todo el Mediterráneo veneraba su memoria. Se convirtió en patrono de niños, marineros, viajeros, huérfanos y necesitados. Sus reliquias fueron trasladadas a Bari, Italia, donde aún hoy miles de peregrinos visitan su basílica.


Lo más importante: San Nicolás encarnaba el sentido cristiano del don. Regalaba porque había recibido primero de Dios.


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Del santo real al personaje folklórico


Con el paso de los siglos, la figura de San Nicolás se fusionó con tradiciones locales:


  • En el norte de Europa se le llamaba Sinterklaas (Países Bajos).

  • En Alemania, inspiró figuras infantiles como el Nikolaus que visitaba el 6 de diciembre.

  • Los inmigrantes holandeses llevaron esta devoción a Nueva York en el siglo XVII. Allí, el nombre comenzó a anglicizarse: Sinterklaas → Santa Claus.


Hasta este punto, el personaje seguía conservando cierto vínculo con el santo obispo: vestía sotana roja, llevaba báculo y seguía siendo un portador de caridad. Pero el giro decisivo ocurrió después.


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La transformación comercial de Santa Claus


Durante el siglo XIX, escritores y caricaturistas estadounidenses fueron moldeando la imagen de Santa Claus:


  • Washington Irving lo caricaturizó como un hombre alegre que viajaba en un trineo.

  • Clement Clarke Moore escribió en 1823 el famoso poema The Night Before Christmas, donde aparecieron los renos y la entrega de regalos el 25 de diciembre.

  • Thomas Nast, dibujante de Harper’s Weekly, lo vistió con traje rojo forrado de piel y lo ubicó en el Polo Norte.



El golpe cultural final llegó en el siglo XX: la publicidad global (especialmente Coca-Cola en los años 30) fijó definitivamente la imagen moderna: un personaje enteramente secular, bonachón, dedicado al consumo masivo y sin referencia alguna a Jesucristo ni al obispo que lo inspiró.


Así, la figura original de San Nicolás —un santo que daba por amor a Cristo— quedó opacada por un personaje comercial que da por entretenimiento.


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¿Por qué se dice que “Santa Claus suplantó a San Nicolás”?


Porque en la imaginación colectiva:


  • Se sustituyó la caridad cristiana por el consumo festivo.

  • Se cambió la figura del obispo por un ser fantástico.

  • Se desplazó el sentido espiritual de la Navidad para convertirla en un evento de regalos y compras.

  • El 6 de diciembre (día de San Nicolás) quedó casi eliminado en muchos lugares.



En otras palabras: la cultura pop reemplazó al santo histórico con un personaje al que se concibe como “el dueño de la Navidad”, desdibujando su origen cristiano.


Por qué recuperar a San Nicolás hoy


Recordar a San Nicolás no es nostalgia religiosa: es recuperar el espíritu auténtico de la Navidad.


El santo nos recuerda que:


  • El regalo es un gesto de amor, no de competencia.

  • La generosidad debe ser silenciosa, no publicitaria.

  • La caridad nace de un corazón que reconoce que ha sido primero amado por Dios.

  • La Navidad no es magia… es Encarnación.



Mientras Santa Claus promueve una ilusión, San Nicolás nos recuerda una verdad.


San Nicolás no compite con Santa Claus; simplemente no se deja sustituir. Porque ningún personaje inventado puede reemplazar la vida de un hombre que, por amor a Cristo, entregó todo lo que era y todo lo que tenía.


En un mundo saturado de consumo, él sigue siendo un faro.

Un obispo que da sin ser visto.

El santo que inspiró la Navidad generosa.


La memoria viva de que el mayor regalo ya llegó al mundo: Dios hecho niño.

 
 
 

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