¿Por qué creemos más lo malo que lo bueno?
- Ale Diener

- 6 sept
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Dicen que las malas noticias corren más rápido que las buenas, y no es casualidad. La ciencia lo confirma: el cerebro humano está programado para dar más peso a lo negativo que a lo positivo. A esto se le llama sesgo de negatividad. Según un clásico estudio de Baumeister y colegas (2001), “lo malo es más fuerte que lo bueno”: una crítica duele más que varios elogios, y un recuerdo doloroso pesa más que uno agradable.
Este mecanismo tenía un sentido evolutivo: estar atentos a peligros y amenazas aumentaba las probabilidades de supervivencia. La amígdala, una región del cerebro asociada al miedo, responde de manera más rápida e intensa a estímulos negativos que a positivos (Rozin & Royzman, 2001). De hecho, un metaanálisis reciente muestra que recordamos hasta un 60% más los eventos negativos que los positivos (Vaish, Grossmann & Woodward, 2008).
Cómo contrarrestar lo negativo
Aunque exista esta inclinación, no somos esclavos de ella. Tenemos inteligencia, voluntad y libertad, que nos permiten discernir y elegir. La psicología positiva ha mostrado que practicar la gratitud puede reducir síntomas depresivos hasta en un 30% en pocas semanas (Emmons & McCullough, 2003). Algunas acciones concretas:
Agradecer cada día: escribir tres cosas buenas nos entrena a notar lo positivo.
Cuidar lo que consumimos: la exposición excesiva a noticias negativas eleva la ansiedad y aumenta la percepción de inseguridad, aunque los hechos no hayan cambiado.
Relaciones sanas: un estudio de Holt-Lunstad (2010) mostró que el apoyo social sólido puede aumentar la expectativa de vida más que dejar de fumar.
Pausar y respirar: cuando nos detenemos, bajamos el nivel de cortisol, la hormona del estrés. Mantener altos niveles de cortisol de forma crónica se asocia con insomnio, ansiedad y depresión (Miller et al., 2007).
El negocio de la ansiedad
El mundo moderno parece diseñado para mantenernos ansiosos. La industria gana más cuando hay miedo: más ansiolíticos, más tratamientos, más consumo compulsivo. Si caemos en ese juego, nunca alcanzaremos la paz interior.
La esperanza más allá de lo humano
Aquí es donde entra la dimensión espiritual. Creo firmemente que la salida verdadera está en mirar más alto. Dios es nuestra esperanza. Con fe podemos entender que, aunque haya tribulaciones, existe una paz que el mundo no puede dar ni quitar.
Sí, nuestra biología se fija en lo negativo, pero la fe, la voluntad y la inteligencia nos permiten elegir el bien, cultivar lo positivo y vivir con serenidad. El corazón humano está hecho para creer en lo bueno, y cuando lo hace, transforma su mundo.
📌 Referencias (formato breve para artículo):
Baumeister, R., et al. (2001). Bad is stronger than good. Review of General Psychology.
Rozin, P., & Royzman, E. (2001). Negativity bias, negativity dominance, and contagion. Personality and Social Psychology Review.
Vaish, A., Grossmann, T., & Woodward, A. (2008). Not all emotions are created equal: Negativity bias in social-emotional development. Psychological Bulletin.
Emmons, R., & McCullough, M. (2003). Counting blessings versus burdens. Journal of Personality and Social Psychology.
Holt-Lunstad, J., et al. (2010). Social relationships and mortality risk. PLoS Medicine.
Miller, G. et al. (2007). Chronic stress and regulation of the hypothalamic–pituitary–adrenocortical axis. Annals of the New York Academy of Sciences.




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